La noche del 27 de
febrero de 1844, Mella disparó en la Puerta de la Misericordia el
trabucazo que dejó proclamada la independencia nacional.
De las tres grandes
figuras próceres del siglo 19, fundadores de la República, Matías Ramón Mella representa
la expresión militante y decidida y el más adaptado a las actividades políticas
de una sociedad precapitalista.
Matías Ramón nació el
25 de febrero de 1816 en la ciudad de Santo Domingo, hijo de Antonio Mella
Álvarez y Francisca Castillo Álvarez. En Santo Domingo
creció y vivió, adquiriendo para su adolescencia y primera juventud fama de
hombre de valor. Se le reputaba como muy diestro en el uso de la espada y el
sable.
En la noche del 27 de
febrero de 1844 es de los primeros conjurados en llegar a la Puerta de la
Misericordia. Exhorta a unos pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e
impulsivo, Mella dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia,
partiendo desde allí los conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es proclamada
la República e izada la Bandera Dominicana.
Una vez declarada la
independencia, Mella proclamó a Duarte presidente de la Junta Central Gubernativa con
la finalidad de evitar que algún partidario del colonialismo ocupara
el poder. Esta actitud provocó que Pedro Santana lo
expulsara del país.
En 1835, en plena
dominación haitiana, fue nombrado "Preposé", o encargado de la
comunidad de San Cristóbal . Allí se dedicó al
negocio del corte de madera, actividad de la que también se ocupaba Antonio
Duvergé, lo que hace suponer que ambos líderes se conocieron
entonces. Mella era hábil con elsable y la espada.
Hacia 1836, contando
veinte años de edad, Mella contrajo matrimonio con Josefa Brea, quien
pertenecía a una familia importante del país y con quien procreó 4 hijos: Ramón
Matías, Dominga América María, Antonio Nicanor e Ildefonso.
El 1 de marzo de 1844
se integró como miembro de la recién creada Junta Gubernativa Provisional durante
la Primera República y pocos días después partió para el Cibao, donde asumió el
cargo degobernador de
Santiago y delegado de la Junta Central Gubernativa, convirtiéndose en el jefe
político y militar de la región más importante del país. Ostentó el rango de General del Ejército Nacional e
hizo venir a José María Imbert desde Moca, quien lo auxilió
como "mano derecha" en el mando militar.
Mella se desempeñaba
como vicepresidente de la República Dominicana cuando, en pleno Grito de Capotillo,
enfermó de disentería. Poco antes de morir pidió que sus
restos fueran envueltos en la Bandera Nacional y pronunció estas palabras: “Aún
hay patria, viva la República Dominicana”.
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